22 octubre 2006

¿Cómo actúan los poderosos?

Los poderosos actúan, de una manera general, según el esquema común, aprendido, vivido y manifestado en la creatividad particular de cada uno:

a) El poderoso no pregunta, ordena: la persona que ostenta el poder no pregunta a nadie sobre lo que tiene que hacer. Ordena a sus colaboradores que le presenten las sugerencias en relación con la realidad. El poderoso no es un colega, ni un amigo, ni un padrino. Es más que un gestor del bien común de toda la comunidad sometida a su autoridad. Ahora que el diálogo se ha convertido en palabra talismán, habría que recordar que el poderoso no dialoga: dialogan sus colaboradores mientras él escucha y conduce el diálogo. Los colaboradores no tienen porqué saber lo que piensa el poderoso: su deber es poner a su disposición elementos, cuantos más mejor, para que él se sienta más cómodo tomando decisiones. Ahora bien, en más de una ocasión tendrá que colocarse en la incomodidad y seguir velando por el bien común.

b) El poderoso es disciplinado: la disciplina es el principio del orden y del éxito. Si falla, se desajustan las relaciones interpersonales. El poderoso ha de mantenerse en forma. La disciplina ha de ser, a la vez, física e interna. Es necesario respetar, a rajatabla, el orden del día y seguir un programa concreto. Puesto que rara vez el poderoso es censurado, la autocensura tiene que funcionar al máximo.

c) El poderoso es un líder: sabe situar el escenario de los acontecimientos en el tiempo y en el lugar, para, después, actuar desde la realidad. En principio, el líder se adapta a las circunstancias y no intenta que las circunstancias se adapten a sus planes. Pero no se deja condicionar por las circunstancias. En poco tiempo ha de estar en condiciones de moldear y actuar sobre el medio, y no viceversa. Toma decisiones e inicia acciones que cambian las circunstancias. Al líder no se le pide el “cambio adaptativo” para sobrevivir y mantener las cosas vivas: se le exige un “cambio innovador”, condición indispensable para lograr el éxito en un mundo en cambios rápidos. Por eso el poderoso tiene que aprender las reglas que rigen el juego y definir una dirección y construir los cimientos para llevar a cabo un cambio sostenido. El líder de una organización es el que marca la dirección y la orientación, coordinando las actividades de los miembros en la consecución de las metas del grupo. El líder no es un administrador. No se preocupa sólo del funcionamiento ordenado de su organización: está atento a la marcha de todas las actividades y trabajos. Finalmente, como líder, el poderoso está en condiciones de introducir cambios en el escenario. Él es consciente de que ningún cambio es espontáneo. Cuando se lee bien las situaciones previas al accidente, es cuando se comprende su evitabilidad. Se ve venir. Por eso decimos que el cambio es proceso continuo y dinámico que las personas deben comprender y aceptar. El líder mantiene el delicado equilibrio entre la estabilidad de la estructura del grupo y la cambiante iniciativa individual.
d) El poderoso no aspira a ser recordado: quien aspira a ser recordado no está en condiciones de ejercer su poder. En cambio, quien aspira a cumplir sus funciones es consciente de que el mando no persigue la fama, sino el cumplimiento de lo impuesto.
Rukara